Los ETF y ETC
en BUX
En BUX te lo ponemos más fácil con una amplia gama de ETF y ETC.
Los ETF son cestas de activos en los que puedes distribuir pequeñas cantidades de dinero en miles de valores subyacentes por un coste muy bajo. Así podrás crear un portafolio diversificado de manera rápida, sencilla y práctica. Por otro lado, los ETC te permiten acceder a una serie de materias primas como oro, plata y platino, con los que puedes añadir un nuevo tipo de activo a tu portafolio y disfrutar de una mayor variedad de valores.
¿Qué es un ETF?
Las siglas ETF vienen del inglés exchange-traded fund. Como su nombre sugiere, un ETF es un fondo de inversión con el que se puede negociar en un exchange, esto es, en bolsa.
Es posible que ya sepas cómo funcionan los fondos de inversión. Reciben dinero de inversores para comprar activos que generarán retornos si ven cómo se incrementa su valor. Al invertir grandes cantidades, un fondo de inversión es capaz de mantener sus costes de transacción bajos, gracias a la economía de escala.
La segunda característica principal de los ETF es que puedes comprarlos y venderlos en bolsa. Al igual que las empresas que cotizan de cara al público, los ETF dividen su propiedad en títulos con los que se puede negociar mediante órdenes en un bróker como BUX.
Esta característica los distingue de otro tipo de fondos de inversión, como los fondos mutuos: los ETF son más líquidos, lo que te permite comprar o vender tu participación en un ETF fácilmente, con rapidez, de forma segura y en cualquier momento durante el horario laborable bursátil.
Normalmente, un ETF invierte en una cesta de activos de la misma clase, a menudo mediante la réplica pasiva de un índice.
Un ETF puede invertir en cualquier clase de activos: acciones, bonos, bienes de consumo, divisas… cualquier cosa. Al invertir en un ETF tienes derecho a recibir los ingresos que generen, ya sean dividendos o pagos de intereses. Hemos escrito un artículo para saber todo sobre los dividendos.
Los ETF suelen invertir en una cesta de activos de la misma clase, a menudo mediante la réplica pasiva de un índice, por ejemplo el Ibex 35. En ese caso, los costes de gestión del fondo serán muy reducidos, ya que el proceso es fácil de automatizar. Los ETF que replican índices presentan tarifas muy reducidas en comparación con los fondos de gestión activa, por lo que son un gran instrumento para diversificar tus inversiones de manera fácil, rápida y económica.
¿Cómo funciona un ETF?
Un ETF es una cesta de activos (acciones, bonos, criptomonedas) cuya propiedad está dividida en acciones que son objeto de compraventa en bolsa por parte de inversores.
Su valoración, conocida como Valor de Activo Neto o VAN, equivale al valor total de los activos que lo conforman, y cambia constantemente con sus precios. Al mismo tiempo, dado que las participaciones del ETF están en el mercado, su precio será determinado por la interacción entre la oferta y la demanda del ETF, no del valor de los activos que lo componen.
Teniendo esto en cuenta, ¿cómo puedes asegurarte de que el precio de un ETF, pongamos del Ibex 35, está replicando el valor del activo subyacente sin desviarse demasiado?
Esto se verifica mediante un mecanismo continuo de emisión y reembolso de participaciones del ETF, que involucra a dos partes: por un lado, la entidad emisora del fondo, conocida como espónsor o gestora del fondo, y por otro, un grupo de «participantes autorizados», inversores institucionales que suelen crear mercado.
Funciona así:
El emisor publica a diario la lista de valores que el fondo necesita adquirir junto con el peso relativo que necesitan para replicar el índice al que representan. Esto se conoce como cesta de creación.
Con esta información, los participantes autorizados se hacen con las acciones listadas en la cesta de creación de acuerdo a los porcentajes indicados, ya sea mediante su adquisición en bolsa o aportándolas de su propio inventorio. A continuación, intercambian esta cesta de acciones con el emisor a cambio de participaciones del ETF de nueva creación, que se pueden vender en bolsa a inversores individuales.
Este proceso también funciona al revés: los propios participantes autorizados pueden vender ETF al emisor a cambio de la cantidad correspondiente de activos subyacentes. Esto se conoce como «cesta de reembolso».
Por lo tanto, y a diferencia de las acciones de empresas, las participaciones de los ETF no salen al público a través de una oferta pública inicial: se crean y se reembolsan a diario mediante el sistema aquí descrito.
El mecanismo simbiótico entre el emisor y los participantes autorizados asegura que el precio del ETF no se desvíe demasiado del portafolio al que replica.
Pero, ¿qué motiva a los participantes autorizados a entrar en el juego? ¿Qué sacan de ello?
Como comentábamos al principio, el precio de un ETF y de la cesta subyacente de activos puede variar mucho, ya que se ven afectados por distintas tendencias. Cuando el precio del ETF sube demasiado en comparación con el portafolio subyacente, los participantes autorizados pueden sacar provecho comprando los activos subyacentes, intercambiándolos por nuevos ETF con el proveedor, y vendiendo esos ETF en bolsa. Eso incrementaría el precio del portafolio subyacente, pero haría descender el del ETF, volviendo a emparejarlos.
Este mecanismo, conocido como arbitraje, también funciona a la inversa: cuando el ETF está infravalorado en comparación al portafolio subyacente, los participantes autorizados pueden hacer dinero comprando el ETF, canjeándolo por los activos subyacentes, y vendiendo estos en el mercado.
Este mecanismo simbiótico entre emisor y participantes autorizados asegura que el precio del ETF no se aleje demasiado del portafolio al que replica.
Tipos de ETF
Hay muchos tipos de ETF, y difieren en términos de estrategia de inversión, clase de activos, enfoque geográfico y otras características. Aquí vamos a repasar las más importantes.
La primera distinción básica la podemos hacer entre fondos activos y pasivos.
Los ETF activos son gestionados de forma activa por gestoras de fondos, que eligen los activos de los que esperan mejor rendimiento con el objetivo de batir un cierto indicador. Estos fondos suelen tener comisiones más elevadas en comparación con los ETF pasivos. Además, varios estudios han demostrado que solo una minoría consigue sobreponerse al mercado en el largo plazo. Por lo tanto, son mucho menos populares que los ETF pasivos, y solo representan una fracción del total del mercado de ETF.
Los ETF pasivos son fondos que se limitan a replicar pasivamente un índice (de cualquier clase de activo), por lo que se los conoce como fondos de seguimiento de índices. Ya que su proceso de replica no requiere de un proceso de decisión humana, los ETF pasivos cuentan con costes de gestión más contenidos y, por lo tanto, menos comisiones que los ETF activos. Eso los convierte en un instrumento perfecto para diversificar inversiones de forma sencilla y barata, el elemento que más popularidad les concede entre los inversores. Dado que representan la gran mayoría de ETF, nos centraremos en ellos de ahora en adelante.
Los ETF pasivos pueden categorizarse según la clase de activo que representan. Estas son las más comunes:
- ETF de renta variable: fondos diseñados para replicar un índice bursátil en particular, como el S&P 500 o el DAX. Pueden focalizarse según el económico, industria, capitalización de mercado o área geográfica, además de otras perspectivas como dividendos o crecimiento. Por lo tanto, junto a los ETF de exposición amplia, como aquellos que replican el índice mundial MSCI, puedes encontrarte otros que invierten en sectores específicos, como por ejemplo un ETF de acciones de empresas del sector sanitario europeo.
- ETF de renta fija: fondos ideados para proveer exposición a bonos de cualquier tipo. Pueden replicar índices de bonos amplios, como el Bloomberg Barclays US Aggregate Bond Index, o centrarse en tipos concretos de activos de renta fija, como los bonos gubernamentales, corporativos (también de un solo inversor), municipales, o una mezcla de los anteriores. A menudo, invierten en activos con una madurez específica: a corto, medio o largo plazo, con una calificación crediticia concreta y de un área geográfica designada.
- ETF de materias primas: fondos que siguen el precio de una materia prima, como el oro, el petróleo o el gas natural, o de una cesta de materias primas. En el caso de los metales preciosos, el fondo puede atesorar los activos subyacentes de forma física en una caja fuerte, mientras que en el resto de casos obtiene exposición a las variaciones de precio mediante la compra de contratos de futuros.
- ETF de divisas: fondos diseñados para invertir en una divisa concreta, o en una cesta de divisas.
Estos son los tipos de ETF más habituales que te puedes encontrar en el mercado. Son más que suficiente para construir portafolios bien diversificados y a largo plazo para inversores con cualquier tipo de perfil de riesgo. Ahora bien, también existen otros tipos de fondos más complejos que otorgan exposición a estrategias más sofisticadas.
- ETF alternativos: fondos diseñados para permitir distintas estrategias de inversión (como ponerse en corto o en largo sobre un valor, hacer arbitraje de divisas o tomar posiciones neutrales sobre el mercado), como escudo frente a la inflación o para exponerse a la volatilidad de los mercados.
- ETF inversos: fondos que te permiten beneficiarte de la caída de un índice o un activo.
- ETF apalancados: fondos que te permiten invertir en una cesta de activos con apalancamiento.
Pros y contras de los ETF
En comparación con otras herramientas de inversión, como los fondos mutuos o de acciones, los ETF cuentan con varios puntos fuertes que sientan las bases de su popularidad entre los pequeños inversores. Por otro lado, también tienen ciertos riesgos de los que deberías informarte.
Pros de los ETF:
- Accesibilidad: la inversión mínima puede ser inferior a diez euros.
- Exposición amplia: otorgan exposición a varios, cientos o incluso miles de activos distintos, permitiendo un grado de diversificación muy difícil de obtener de otra manera.
- Relación coste-efectividad: los ETF pasivos en concreto cuentan con comisiones muy bajas gracias a sus costes de gestión contenidos y a las economías de escala.
- Simplicidad: puedes negociar con ellos con la misma facilidad con la que vendes y compras acciones con apps como BUX.
- Transparencia: los ETF deben publicar sus activos a diario, mientras que su precio de mercado se actualiza constantemente y está a la vista del público.
Contras de los ETF:
- Errores de tracking: a pesar de que los ETF suelen ser capaces de replicar a su índice subyacente, pueden surgir discrepancias por problemas técnicos o disrupciones en el mecanismo de creación y reembolso.
- Riesgo de cierre del fondo: si el fondo cierra, los inversores pueden verse afectados negativamente en términos fiscales ya que el cierre puede obligarles a cosechar beneficios, creándoles una necesidad fiscal. Además, tendrían que buscar un nuevo destino para invertir ese capital.
- Riesgo de contrapartida: dependiendo de su mecanismo de réplica, algunos fondos pueden conllevar este tipo de riesgo. Los ETF pueden replicar el índice subyacente de distintas formas, siendo las más comunes la réplica completa, el muestreo y la réplica sintética:
- Réplica completa: el ETF replica el índice en proporción 1:1.
- Muestreo: el ETF solo representa una selección de los activos del índice.
- Réplica sintética: el ETF replica el índice mediante un derivado financiero. Este tipo de fondos tienen algo de riesgo de contrapartida, al no estar en posesión de los activos subyacentes.
- Posible riesgo de falta de liquidez: los ETF que invierten en instrumentos ilíquidos como bonos corporativos de alto rendimiento o préstamos apalancados, pueden volverse ilíquidos en momentos de estrés en los mercados, dificultándose su venta en el momento deseado y con un diferencial conveniente.
Cómo invertir en ETF
Digamos que ya sabes qué son los ETF y cómo funcionan, y has decidido que son la herramienta de inversión a largo plazo apropiada. Quizás ahora te preguntes por dónde comenzar. Con tantos tipos de ETF, decidirse por uno puede parecer abrumador. En esta sección, vamos a repasar el proceso de construir un portafolio de ETF paso a paso, dándote una guía que te ayudará a tomar las decisiones que cada fase requiere. Obviamente, te corresponde a ti tomar estas decisiones, pero la información que sigue te ayudará a plantearte las preguntas correctas en el orden adecuado.
Antes de comenzar
Antes de empezar a construir un portafolio, tenemos que entender la relación entre riesgo y beneficios, y cómo podemos reducir dicho riesgo mediante la diversificación.
Lo primero: en cualquier inversión, los beneficios son una función del riesgo. La posibilidad de obtener retornos más elevados suele conllevar un mayor riesgo de perder tu inversión. Esto se debe a que el rendimiento de una inversión no es otra cosa que una forma de compensar al inversor por arriesgar su capital, por lo que las dos cosas van de la mano.
Los valores que pertenecen a la misma clase de activos suelen conllevar niveles similares de riesgo y ofrecen retornos parecidos, mientras que encontramos mayor diferencia de riesgo y beneficio entre distintas clases de activos. Las inversiones con poco riesgo, como los bonos gubernamentales, suelen reportar beneficios menores, pero también más seguros, que activos como acciones, que de media ofrecen retornos más elevados durante el mismo periodo, pero con mayor probabilidad de incurrir en pérdidas. Como veremos más adelante, puedes establecer tanto el nivel de riesgo de tu portafolio como el de retornos mediante la combinación de activos con perfiles de riesgo variados, en un proceso conocido como distribución de activos.
Ten en cuenta que el riesgo no es algo abstracto. Puede estimarse de distintas formas, siendo la más común la desviación estándar, que mide en cuánto se diferencian los retornos reales de un activo en comparación a los esperados. Cuanto más elevada sea la desviación estándar, podremos encontrar mayores fluctuaciones. Tomemos el ejemplo de una acción que cuenta con un 10 % de retorno anual, y una desviación estándar del 15%: en general, este retorno fluctuará entre el 25 % (10 % + 15 %) y el -5 % (10 % – 15 %). Ahora, piensa en un bono que paga un 3,5 % anual, con una desviación estándar del 3 %. Los beneficios pueden oscilar entre el 0,5 % y el 6,5 % la mayor parte del tiempo. Como puedes ver, el segundo es mucho menos arriesgado que el primero, pero los beneficios potenciales son mucho menores. Puedes aprender más sobre desviación estándar aquí.
La diversificación te ayuda a obtener el beneficio esperado con menos riesgo.
Como decíamos, una cierta exposición al riesgo es inevitable si esperas alcanzar un cierto beneficio. Pero no más de la necesaria. Si vas a viajar de París a Roma en moto, puedes escoger entre ponerte el casco, o no: el beneficio esperado sería el mismo (esperas llegar a Roma a la misma hora) pero la segunda opción implicaría un riesgo mucho más elevado de no llegar.
Al invertir, la forma de evitar riesgos innecesarios es diversificar tus inversiones, por ejemplo, repartiendo tu capital entre valores que tengan la mínima relación posible entre sí. De hecho, cuanto más repartas tu capital entre distintos activos, más reduces la posibilidad de perderlo todo de golpe.
A pesar de que es una idea muy intuitiva -no poner todos los huevos en la misma cesta, como diría la abuela- merece la pena detenerse un momento a analizar qué la hace ser cierta.
Cualquier activo se ve afectado por dos tipos de riesgo: uno sistemático, que afecta a todos los activos de la misma clase, y otro específico, vinculado al activo en concreto. Un ejemplo de riesgo sistemático sería la pandemia de Covid-19: cuando irrumpió a comienzos de 2020, el mercado al completo se vino abajo. Los riesgos específicos están vinculados solo a la entidad que emite los títulos: por ejemplo, las acciones de una empresa que extrae petróleo y gas del Golfo de México estarán sujetas al riesgo de que un huracán impida la actividad normal de la compañía. Investigaciones demuestran que los factores de riesgos específicos explican la mayor parte de la variación en el comportamiento de una acción.
Ahora bien, cuando compras una sola acción, los ingresos que puedes obtener a la larga son el promedio generado históricamente por el capital. Y a cambio, te llevas tanto el riesgo específico como el sistemático de esa acción.
Si en vez de una acción te hicieras con un portafolio compuesto por todas las acciones del mundo, tus beneficios proyectados a largo plazo seguirían siendo parecidos a los de la acción del ejemplo anterior, pero solo contarías con el riesgo sistemático, mientras que los riesgos específicos de cada acción del portafolio tenderían a compensarse unos con otros. Dicho de otra forma, conseguirías los mismos beneficios exponiéndote a un riesgo menor.
Así funciona la diversificación, y los ETF te otorgan la posibilidad de explotar este mecanismo de forma rápida y barata distribuyendo pequeñas cantidades entre decenas, cientos o incluso miles de activos subyacentes.
Determina tu tolerancia al riesgo
El primer paso a la hora de construir un portafolio es determinar tu tolerancia al riesgo: hablando claro, cuánto riesgo estás en disposición de aguantar. Para hacerlo bien, deberías buscar asesoramiento financiero, o utilizar herramientas gratuitas online. El proceso consistirá en hacerte preguntas cómo: ¿por qué estás invirtiendo? ¿Cuándo necesitas disponer de tu capital? ¿Cuál es tu situación financiera personal?
¿Por qué estás invirtiendo?
Hay muchas razones para invertir: para jubilarse con más tranquilidad, pagar la universidad de tus hijos, comprarte un refugio en las montañas… cuanto más importante sea disponer de ese dinero para ti, menor riesgo estarás en disposición de asumir. Por ejemplo, unos padres con cabeza se expondrán a menos riesgo en el plan de ahorros para pagar una educación a sus hijos que en el que destinarán a comprarse un barco cuando se jubilen.
¿Cuándo necesitarás disponer de tu dinero?
Sobre cuándo necesitarás tu dinero de vuelta, momento conocido como horizonte de inversión, cuanto más puedas vivir sin ese capital, más riesgo podrás tolerar. Aunque esto puede verse afectado por distintas variables, tu horizonte de inversión siempre será un reflejo de tu edad: cuanto más joven seas, más riesgo podrás aceptar, ya que probablemente cuentes con más tiempo para recuperarte de las posibles pérdidas.
¿Cuál es tu situación financiera personal?
Obviamente, tu tolerancia al riesgo estará relacionada con tu situación financiera: las personas que disponen de mayor capital tienen mayor capacidad de asumir pérdidas, así de simple.
Las respuestas a las preguntas anteriores te permitirán entender el nivel máximo de riesgo que podrías asumir con comodidad, para así elegir una distribución de activos que maximice tus ingresos esperados, dado dicho nivel de riesgo. ¿Estás dispuesto a ver como desaparece el 40 % de tu inversión en un mal año? Entonces optarás por una distribución de activos determinada. ¿No te sientes cómodo arriesgando más del 10 % de tu capital cada año? Entronces optarás por otra totalmente diferente.
Elige tu distribución de activos
Esta es la elección más importante que vas a tomar en el proceso. La distribución de activos es la decisión de cuánto capital vas a invertir en cada categoría. A menudo, un portafolio diversificado incluye principalmente acciones y bonos, a lo que se puede añadir efectivo, metales preciosos y otros activos si es necesario. Aquí abajo puedes ver tres ejemplos distintos de distribución de activos:
Al modificar el reparto relativo de acciones, bonos y otros activos en tu portafolio, puedes incrementar o reducir su nivel de riesgo y de beneficios esperados. De hecho, los rendimientos esperados y la desviación estándar de un portafolio se calculan mediante la media ponderada de los rendimientos esperados y la desviación estándar de sus activos.
En general, las acciones conllevan riesgos y rendimientos elevados, otorgando el crecimiento más significativo. Los bonos conllevan menos riesgo y rendimientos, protegiendo tu portafolio en momentos de recesión. El efectivo tiene la función de proveer liquidez, pero está sujeto a la inflación y no otorga rendimiento alguno, mientras que los metales preciosos pueden servir como valores refugio -no conllevan rendimientos per se, pero tienden a mantener su valor en el tiempo y se comportan bien en momentos de turbulencias.
Por lo tanto, cuantas más acciones añadas a tu portafolio, contarás con mayores riesgos y retornos potenciales. Los inversores con una tolerancia al riesgo elevada y un horizonte de inversión a largo plazo suelen ubicar una mayor proporción de su capital a acciones, mientras que aquellos con menos tolerancia al riesgo o un horizonte de inversión más limitado suelen optar por invertir más en bonos y en otros activos seguros.
De acuerdo, pero ¿cómo decides cuánto dinero destinar a cada clase de activos? Como comentábamos, la distribución de activos depende en gran parte de tu tolerancia al riesgo, pero una regla de oro que podemos aplicar es la de invertir en acciones un porcentaje igual a 100 menos tu edad. Un inversor que sigue esta regla ubicará un 80 % de su capital a acciones con 20 años, un 70 % con 30, el 60 % cuando tenga 40, y así sucesivamente. La idea aquí es reducir el riesgo conforme aumenta la edad. Para seguir esta regla, tendrás que reequilibrar tu portafolio cada año, un proceso que analizaremos más adelante.
En los últimos años, muchos profesionales han comenzado a sugerir a sus clientes una versión revisada de la norma recomendando una proporción mayor de acciones, en concreto un 110 % o hasta un 120 %, menos la edad del inversor. Hay dos razones principales para ello: el entorno actual de tasas de interés bajas, que se corresponden con rendimientos de bonos bajos, y el crecimiento de la esperanza de vida media, que da más tiempo a los inversores para recuperarse de posibles pérdidas.
En cualquier caso, la decisión última te corresponde a ti. Puedes utilizar estas referencias como punto de partida, y después ajustar tu ubicación de activos basándote en tus ganas de riesgo y tu horizonte de inversión.
Elige tus cestas
Una vez definida la distribución de activos, toca elegir las cestas de activos en las que invertir. Digamos que has optado por poner un 80 % en acciones y un 20 % en bonos. ¿Deberían ser acciones europeas, estadounidenses, o de todo el mundo? ¿Y los bonos? Hay un millón de fondos replicando índices de acciones y bonos de cualquier país y sector que se te ocurra. ¿Cuáles deberías elegir?
En última instancia te corresponde a ti decidir, pero si estás debatiéndote entre distintas cestas de bonos y activos, la respuesta es bastante simple: ve a por las más diversificadas. En lo que respecta a acciones y bonos corporativos, asegúrate de que los índices que escojas cuenten con firmas de distintas regiones e industrias. En el caso de los bonos gubernamentales, deberían estar diversificados tanto en términos de madurez como geográficos.
La manera más fácil y eficiente de conseguir el máximo grado de diversificación posible, es comprar ETF que replican índices mundiales como el MSCI World, que hace un seguimiento de las 1.600 compañías más grandes del mundo.
Encuentra el mejor ETF
Hemos llegado al punto clave. Ya tienes clara tu distribución de activos, y sabes los índices en los que quieres invertir, asi que decides abrirte una cuenta en un bróker para investigar cuáles de sus ETF incluyen valores que te interesan. Quizás en este momento te des cuenta de que hay más de un fondo replicando el mismo índice. Por ejemplo, por lo menos 12 ETF distintos replican el MSCI World del que hablábamos en la sección anterior. ¿Como eliges el bueno? Puedes optimizar la búsqueda prestando atención a varias características del fondo. Vamos a echarles un vistazo.
Tamaño del fondo
Cuanto más grande sea el fondo, menos posibilidades tendrá de ser liquidado. Una buena regla general es optar por fondos con más de 100 millones de euros en activos gestionados. Los ETF más grandes se benefician de economías de escala más elevadas, lo que se traduce en menos comisiones para ti. Además, los fondos más grandes tienden a negociarse más, por lo que serán más líquidos y será posible adquirirlos con un diferencial más contenido y venderlos más rápido.
Longevidad del fondo
Una trayectoria prolongada ayuda a evaluar mejor un ETF. Ten cuidado con fondos que lleven menos de un año operando, ya que cuentan con un riesgo más elevado de ser liquidados.
Atenuación de riesgo cambiario
Si el fondo incluye activos denominados en una divisa distinta a la utilizada en tu país de residencia, tendrás exposición a cierto riesgo cambiario. Por ejemplo, si vives en Europa e inviertes en un ETF que replica un índice mundial, con un 60 % de sus activos en acciones de EE. UU., el 60 % de tu inversión se verá afectada por la tasa de cambio entre dólares y euros. Si bien hay estudios que prueban que el riesgo cambiario tiene poco impacto en la rentabilidad de las inversiones a largo plazo, es cierto que puede afectar notablemente a inversiones en acciones a corto plazo y en bonos. Algunos fondos de inversión tienen estrategias para mitigar el riesgo cambiario, y otro no. Por lo tanto, siempre conviene prestar atención a la política de mitigación de riesgos del fondo. La divisa con la que opera el fondo no tiene impacto alguno sobre tu riesgo cambiario.
Método de réplica
Los ETF pueden replicar un índice subyacente de distintas formas, siendo las más comunes la réplica completa, el muestreo y la réplica sintética.
- Réplica completa: el ETF tiene todos los títulos en las mismas cantidades que las expresadas por el índice. Los índices con multitud de acciones o títulos ilíquidos pueden ser más difíciles de replicar al completo.
- Muestreo: el ETF solo tiene una selección de los títulos más importantes y con más liquidez del índice. El muestreo resuelve el problema de la categoría anterior, y tiende a reducir los costes de gestión, pero puede conducir a un error de tracking más elevado.
- Réplica sintética: el ETF replica el índice usando un derivado financiero (una permuta). La réplica sintética se suele utilizar para seguir mercados nicho, materias primas o mercados de divisas. Fondos como estos suelen tener cierto riesgo de contrapartida, ya que no están en posesión de los activos subyacentes.
Para resumir: el método menos arriesgado es la réplica, seguido del muestreo y por último de la réplica sintética.
Política de distribución
Los ETF pueden distribuir dividendos de forma regular, o reinvertirlos en el fondo de forma automática. Esta decisión depende de tu objetivo: si quieres ingresos periódicos, opta por la primera opción. Si no, la segunda opción te ahorra tiempo y transacciones.
Comisiones
En igualdad de condiciones, probablemente optes por el fondo más barato. Puedes comparar esto mirando el índice de gastos totales (TER), también conocido como cifra de cargos continuos (OCF). Esta es una medida aproximada de los gastos anuales generados por el ETF, expresados como un tanto por ciento de tu inversión. Pero ojo: la ratio de gastos solo tiene en cuenta los costes de cuenta que cobra el gestor del ETF, sin incluir impuestos ni comisiones que cobra el bróker. Con BUX, puedes hacer trading con ETF sin pagar comisiones del bróker, con lo que te quitas de encima parte de las molestias de la operación. Descubre cómo.
La última recomendación antes de que hagas clic en «comprar»: para tener la certeza de que el ETF que estás a punto de comprar es realmente el que crees, y no otro replicando el mismo índice, busca siempre el número ISIN (un código alfanumérico único de 12 caracteres que identifica a un activo) en internet y lee detenidamente su KIID, un documento con toda la información relevante sobre el producto que te ofrece tu bróker.
Redistribuye tu cartera
Después de construir tu cartera o portafolio, necesitarás monitorizarla. De hecho, si con el tiempo una clase de activos crece más que el resto, su importancia relativa cambiará, modificando tu distribución de activos inicial y exponiéndote a una relación distinta entre riesgos y beneficios.
Durante etapas de bonanza financiera, el valor de las acciones suele crecer más que el de los bonos. Por lo tanto, al final de un año de mercado alcista, las acciones estarían sobrerrepresentadas en tu portafolio, con la consecuente subida del riesgo sobre el nivel esperado de acuerdo a tu distribución de activos inicial.
Y mientras, como comentábamos antes, lo más seguro es que tu nivel de riesgo aceptable disminuya con el tiempo: al hacerte mayor, es posible que quieras poner tu dinero a trabajar en activos menos arriesgados (por ejemplo, reducir tu exposición a acciones para compensarla con bonos).
Para resolver estos dos asuntos, lo mejor es revisar tu cartera un par de veces al año para determinar si el peso relativo de las clases de activos ha cambiado, y redistribuirlas si fuera necesario para alcanzar tu distribución ideal.
Puedes conseguir esto de dos formas: comprando más activos de las clases infrarrepresentadas (y por lo tanto, inyectando capital), o vendiendo parte de los activos de las clases sobrerrepresentadas, y usar los ingresos para comprar más activos de las que necesitan incrementar su peso relativo. Recuerda que, en el segundo caso, podrías verte sujeto a impuestos sobre beneficios, dependiendo de tu país de residencia.
Por ejemplo, digamos que tienes 30 años, y has empezado a invertir de acuerdo a la regla general de restar tu edad a 100 que comentábamos antes. En el momento de invertir, optas por poner un 70 % de acciones y un 30 % en bonos. Después de un año, al echar un vistazo al portafolio te das cuenta de que las acciones han crecido hasta representar el 72 % del mismo, mientras que ahora te convendría tener un 69 % en acciones y un 31 % en bonos (esta sería tu nueva distribución de activos ideal). Para lograrlo, solo tendrías que vender el 3 % de tu portafolio de acciones y comprar bonos con esos ingresos. La alternativa sería comprar más bonos para diluir el peso de las acciones hasta alcanzar el porcentaje deseado.
Estrategias de inversión en ETF
La guía para construir un portafolio de ETF propuesta en las secciones anteriores está planteada teniendo en cuenta que comprarás activos con el único objetivo de plantear tu distribución de cartera ideal, sin intentar anticiparte a los mercados.
Esta estrategia se conoce como buy and hold, o comprar y mantener, y es la más simple y efectiva para invertir a largo plazo. Ahora bien, no es la única que puedes seguir. Las estrategias de inversión pueden dividirse en tres grupos: comprar y mantener, market-timing, o una combinación de las anteriores. Echémosles un vistazo.
Comprar y mantener
Como comentábamos, esta es la estrategia a largo plazo más simple y efectiva. Basta con determinar una distribución de activos que maximice tus beneficios dentro de tu nivel de riesgo ideal, compras los títulos necesarios, y los mantienes durante el tiempo marcado independientemente de los vaivenes de los mercados. Sólo las venderías para redistribuir tu cartera y para liquidar tu inversión al final.
Esta estrategia pasiva se basa en la suposición, basada en evidencia histórica, de que, a la larga, las bolsas globales tienen a subir. Los principales factores que empujan esta tendencia son el crecimiento poblacional, que incrementa la demanda de bienes y servicios, y la innovación tecnológica, que aumenta la productividad de las empresas. A la larga, la combinación de estas dos fuerzas tiende a incrementar los beneficios empresariales, y por lo tanto las cotizaciones también.
Por lo tanto, y partiendo de esta suposición, si mantienes una cartera diversificada durante el tiempo suficiente, deberías terminar en beneficios. Esto convierte a comprar y mantener en una estrategia eficaz a largo plazo, aunque no es seguro que funcione en periodos más cortos de tiempo, durante los que la rentabilidad se puede ver afectada significativamente por la volatilidad.
Además, sus resultados dependen en gran medida de los efectos del interés compuesto: al reinvertir en el portafolio los dividendos de acciones y pagos de intereses de bonos que obtengas, aumentarás tu capital periódicamente, cada vez obteniendo intereses y dividendos más elevados, en un círculo vicioso que haría crecer tu inversión de forma exponencial. Pero el interés compuesto tarda un tiempo en dar sus frutos, siendo esa otra razón por la que la estrategia de comprar y mantener es más efectiva a largo plazo.
Hay dos formas de implementar una estrategia de comprar y mantener. Puedes invertir una suma fija de golpe, o distribuir tus compras en el tiempo en pequeñas cuotas, un método conocido como promediar coste unitario, o, unit-cost averaging. Ambas estrategias tienen sus ventajas y sus desventajas.
- Enfoque de suma fija
Si tienes una cantidad a tu disposición, puedes decidir invertirla de golpe. En teoría, esta sería la mejor opción, ya que da a tu capital más tiempo para crecer y maximiza el interés compuesto que tu inversión puede generar.
Por otro lado, imagina hacer esto en el punto álgido de una burbuja financiera. Ver como colapsa tu portafolio justo después de invertir, y no recuperar lo invertido durante años puede ser moralmente devastador. Este escenario justificaría diluir la inversión en el tiempo, sacrificando parte de los posibles retornos por más tranquilidad y liquidez.
- Promedio de coste unitario
El promedio de coste unitario funciona de la siguiente manera: inviertes la misma cantidad de dinero en los mismos activos con una frecuencia (mensual o trimestral). Cuando el precio del portafolio suba, tu cantidad fija supondrá un porcentaje menor, pero cuando caiga, será mayor. Así puedes acumular más unidades a un precio más bajo y menos a precios más elevados, promediando el coste de tus activos.
Este método minimiza el riesgo bajista de tu inversión, aliviando tus preocupaciones cuando los mercados caen. De hecho, a nivel emocional, esta es posiblemente la mejor estrategia: cuando los precios suban, estarás contento al ver tu portafolio subir, y cuando caigan, lo verás como una oportunidad de hacer caer el coste medio de tus inversiones. Puedes implementar el promedio de coste unitario en BUX al activar transferencias periódicas desde tu app de banca.
Como hemos visto, sobre el papel comprar y mantener es una estrategia bastante simple, pero requiere mucha fuerza de voluntad. Tendrás que mantenerte firme sin importar lo que suceda en las bolsas, tarea difícil en momentos de incertidumbre. Cuando los precios se disparen por encima de máximos históricos, sentirás la tentación de vender antes del temido colapso. Y por el contrario, después de un crash es posible que sientas el miedo a quedarte fuera de una buena oportunidad para invertir más. Una estrategia de promedio de coste unitario puede ayudarte a mantener tu disciplina a lo largo del proceso de inversión, pero será a costa de los retornos que podrías haber obtenido de haber seguido un enfoque de suma fija.
Market timing: cómo optimizar la entrada al mercado
Por market timing nos referimos a una gama amplia de estrategias, que tienen una cosa en común: predecir movimientos de precios en el futuro, y comprar o vender activos en consecuencia.
Estas estrategias conllevan inversión activa, y se suelen aplicar a corto plazo mediante la aplicación de reglas que determinan cuándo comprar y vender de acuerdo a señales específicas, ya sean técnicas (relacionadas con movimientos de precios) o fundamentales (indicaciones de que un activo está temporalmente sobre o infravalorado).
Las inumerables estrategias de market timing que existen se basan en la suposición de que los mercados se pueden predecir en base a datos antiguos, incluso a pesar de que la teoría financiera rechaza esta hipótesis. Esta asegura que, en un mercado eficiente, los precios actuales reflejan la información pasada, por lo que los datos antiguos no pueden decir nada sobre el futuro.
Por supuesto, en realidad los mercados no siempre son eficientes, lo que da pie a que algunas de estas estrategias funcionen de vez en cuando a corto plazo si alguien cuenta con métodos predictivos avanzados. Ahora bien, hay pruebas de que no se sobreponen a las estrategias de comprar y mantener en la mayoría de casos. Por lo tanto, a no ser que seas un inversor profesional con herramientas avanzadas para hacer predicciones bursátiles, probablemente consigas más beneficios si te centras en una estrategia como comprar y mantener.
Combinar las dos
Si quieres disfrutar de la inversión activa sin desviarte demasiado de los resultados que una inversión pasiva otorga, puedes optar por una estrategia núcleo-satélite, que combina comprar y mantener con market timing.
Este método consiste en dedicar el núcleo de tu inversión (normalmente un 80 % de la misma) a una estrategia a largo plazo de comprar y mantener, mientras usas el resto (la parte satélite) para intentar maximizar tus ganancias al aprovecharte de ocasiones a corto plazo.
La sección satélite de dicho portafolio también puede utilizarse para aumentar la diversificación más allá de lo permitido por el núcleo, por ejemplo al invertir en mercados periféricos o en nichos con potencial de crecimiento amplio pero riesgos elevados.
Sea cual sea el enfoque por el que optes, BUX te ofrece una selección de ETF apta para cualquier estrategia de inversión, permitiéndote hacer trading con ellos sin comisiones. Échales un vistazo aquí.
Los ETC en BUX
ETC es el acrónimo en inglés de Exchange-traded commodities, productos cotizados sobre materias primas. Los ETC son valores que se negocian en los mercados de valores, y su valor se basa en el precio de una materia prima específica. Los ETC se diseñan para hacer un seguimiento del rendimiento de una materia prima en particular y ofrecen a las personas que invierten en ellos una manera sencilla de acceder a los mercados de materias primas.
¿Qué diferencia hay entre los ETF y los ETC?
Los ETF son fondos de inversión que cotizan en bolsa, como las acciones. Se han diseñado para hacer un seguimiento del rendimiento de un índice, sector o tipo de activo en concreto, y sus holdings pueden incluir acciones, bonos y otros valores. A menudo, las personas que invierten en bolsa utilizan los ETF para acceder a un portafolio de activos más variado o para llevar a cabo estrategias o temas de inversión específicos.
Por otro lado, los ETC se han diseñado para rastrear el seguimiento de materias primas individuales o de cestas de materias primas, como metales preciosos, energía o productos agrícolas. Los ETC ofrecidos por BUX son oro, plata, platino y paladio. Las inversiones en ETC normalmente buscan beneficios en los cambios de los precios de las materias primas.
¿Por qué invertir en ETC?
Añadir ETC a tu portafolio puede ayudarte a diversificarlo entre diferentes tipos de activos. Los ETC tienen una correlación menor con los valores tradicionales. Al invertir en activos con una correlación menor con las inversiones en valores tradicionales, tu portafolio está más diversificado.
Además, algunos ETC rastrean el precio de metales preciosos como el oro y la plata, que siempre se han visto como una protección frente a la inflación. Tener ETC en tu portafolio puede ayudarte a protegerlo de los efectos negativos de la inflación.
Qué debes tener en cuenta a la hora de elegir un ETC
- El tipo de materia prima: decide el tipo de materia prima en la que deseas invertir. Con los ETC que ofrece BUX puedes invertir en oro, plata, platino y paladio.
- El método de ratreo: comprueba el método de rastreo del ETC para asegurarte de que es adecuado para tus objetivos de inversión. Los ETC físicos son para materias primas físicas, mientras que los ETC sintéticos utilizan derivados financieros para rastrear el precio de la materia prima subyacente. De momento, BUX solo ofrece materias primas con respaldo físico.
- La volatilidad: los precios de las materias primas suelen ser más volátiles que otros tipos de activos, por lo que estas inversiones son más arriesgadas que otras inversiones. Los precios de los metales preciosos, los metales industriales y otras materias primas suelen ser más volátiles que los precios de otros tipos de activos,. Cuanto menos líquida sea una materia prima o un metal precioso, más volátil será.
Nuestros ETC
- Xetra-Gold
- Invesco Physical Gold
- Xtrackers Physical Gold
- WisdomTree Physical Silver
- Xtrackers Physical Silver
- WisdomTree Physical Platinum
- WisdomTree Physical Palladium